jueves, 10 de mayo de 2012

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Historia del Monasterio

11 de octubre de 1835, el gobierno de Mendizábal suprime todas las Comunidades de Ordenes Monacales, Regulares, y entre ellas la de Nuestra Señora de los Valles. A los pocos días se fueron los monjes del Convento y empezó la ruina del mismo. Ahora va a llegar la desolación y la incuria humana. Comienza el olvido más rotundo y el silencio más absoluto. Del todo se pasó a la nada. Este convento entra en un letargo profundo hasta perderse casi por completo en el recuerdo, en estos 176 últimos años. Hoy sus paredes ruinosas se encuentran dormidas en un profundo sueño, provocado por la exclaustración de Mendizábal. Para las generaciones actuales se había perdido por completo su recuerdo, aunque muchos han oído hablar de él a sus abuelos. Hay que remontarse hasta el siglo XIV para encontrar las primeras noticias escritas sobre el convento. Aquí dice que se encontraba en el poblado de Aldea de los Valles, perteneciente a Villovela de Esgueva y que sus primeros patronos fueron Don Diego González de Avellaneda, señores de Villovela y de Gumiel del Mercado. No obstante en el siglo XIII, concretamente en el año 1234, ya podemos inducir que el convento estaba fundado ya que por esa fecha aparece un instrumento, que por casualidad quedó en el archivo, y que contiene una escritura de venta a favor del convento otorgada por Illana, mujer de Juan Rica, vecino de Tórtoles de Esgueva. Este Monasterio perteneció a la orden del Carmen Calzado de la antigua observancia y la titular del convento es Nuestra señora de los Valles o Santa María de los Valles, cuya festividad se celebra en el misterio de su Natividad el 8 de septiembre.

La Iglesia de Santa María de los Valles

No hay fecha exacta de cuando empezó el culto a esta iglesia que fue reconstruida aproximadamente en el año 1390. La construcción de la iglesia, de estilo gótico, tiene tres fases. La primera consta de una nave principal de planta rectangular con la torre y el coro a sus pies. En la segunda se hizo la puerta en el Sureste y se amplió la nueva nave, para lo cual fue necesario abrir un arco en la pared de la nave principal y del mismo modo se engrosó los muros, teniendo la mitad de ellos antiguos y la otra mitad nuevos. En la tercera fase, entre los años 1764 y 1766, la puerta fue tapiada pasando a ser la pared Oeste de la nueva Sacristía, quedando de esta manera los contrafuertes de la iglesia dentro de la propia sacristía. No es posible narrar las innumerables maravillas, que por intercesión de esta santísima Madre y Señora de los Valles ha obrado Dios en sus devotos, después de 600 años, según la tradición se apareció en este sitio, concretamente en una especie de cueva o gruta que posteriormente, concretamente en el año 1655, se convirtió en la cueva capilla de Santa María de los Valles. La venerada imagen de Nuestra Señora de los Valles, tiene rasgos significativos del románico sin alcanzar el naturalismo del gótico. Corresponde al siglo XIII-XIV. Es una virgen sedente con rostro románico inexpresivo, el velo se adapta a la cabeza sin plegados, no dejando ver el cabello, ajustándose la cabeza a la corona. En la mano derecha lleva un atributo, presumiblemente una esfera, haciendo alusión a la bola del mundo. Túnica dorada, con cuello circular ajustado. Las mangas también son ajustadas al igual que el cuerpo. El manto adopta la disposición típica de las imágenes góticas, bordea el brazo derecho y cruza hacia el izquierdo. Presenta indicios de que ha sido serrada para vestirla. El niño aparece en el centro de su regazo, ajeno a esta, sin la típica corona, aunque la tuvo en su día, vestido con túnica y descalzo. Los pies desnudos son signos por los que se reconoce a Dios y a los Apóstoles, con la mano derecha en actitud de bendecir. Contigua a la Cueva-Capilla de Santa María de los Valles, aún existe otra en la que se rindió culto al Cristo de los Trabajos, se destruyó en el año 1726, siendo Prior el R.P. Fr. Manuel Escudero, natural de Nava de Roa, e hizo una hermosa reja que tuvo hasta la desamortización. Muchos son los bienes y propiedades que tenían los monjes en el monasterio, enfrente de la cuevas de Nuestra Señora de los Valles y del Cristo de los Trabajos se encontraba el Altar de Santa Teresa que ocupó el colateral derecho de la Iglesia, actualmente la imagen de Santa Teresa ocupa el ático de otro altar de la iglesia de Torresandino, adyacente al de Nuestra Señora de los Valles. Otro de los altares es el de San Miguel cuya imagen fue dada por un bienhechor en el año 1745 pero la pagó la Comunidad en su totalidad, pagaron 600 reales. Otros inmuebles son el coro del que solamente han quedado de él las hercúleas columnas donde se sostenía testigo de los salmos monacales, un órgano que en la carta cuenta del estado temporal del convento desde 1777 hasta el día 22 de mayo de 1781 que se celebró en Valdemoro especifica que se gastaron 6.900 reales en un órgano y tribuna. Con respecto a la sacristía que ocupa el ala derecha del templo y que a pesar del deterioro, es la pieza mejor conservada del monasterio.

El Blasón del Convento

 


El blasón del convento de Santa María de los Valles se encuentra hoy en una de las columnas que sostenían el coro, en el Libro Becerro nuevo y en uno de los tres altares existentes en la iglesia de Torresandino. Este escudo es la representación permanente de esta sagrada institución. Presenta campo de plata con monte de sable, con tres estrellas: dos en jefe, sable sobre plata, y una en punta, plata sobre sable. Este escudo posee corona ducal de siete florones, representando a la corona de la Virgen, que llevó en sus sienes. Carece de espada de fuego y de la leyenda que suele decir: “Zelo Zetatus pro Domino Deo exercitum” El escudo en su origen debió ser simplicísimo en su composición. Se intentó que fuese especial, a su vez común a todos los miembros de la Orden y estable a todos los tiempos, pero esta circunstancia varió en al transcurso de los tiempos. Los carmelitas de los siglos XIV y XV trataban de expresar en los muros de las iglesias y claustros al igual que en los pergaminos de los libros la doble idea que dio origen al Carmen: María y Elías. Es bastante difícil precisar exactamente el origen del blasón de los carmelitas y señalar en que época ha sido adoptado por la Orden, pero todo conduce a creer que esto fue en el inicio del siglo XII, cuando la primera cruzada llevó a Tierra Santa, cuna de la Orden a esas multitudes europeas, que se distinguían entre ellas con ciertos signos, y por ciertos colores propios de cada familia. En este escudo las dos estrellas superiores representan a San Elías y a San Eliseo, y la inferior representa a la Virgen. El blasón del monasterio de Santa María de los Valles no es similar al de la provincia de Castilla Carmelitana, pues este último consta de un castillo apuntado, dos estrellas en jefe, una a cada lado, rematado por una corona ducal, orlado por una palma y un ángel a cada lado sosteniendo la corona. Consta igualmente de una inscripción que dice: “Provincia Castellae Ordini Carmelita” El blasón que brilló en la Capilla Mayor del convento de los Valles correspondía a los condes de Castrillo, Patronos del convento. Constaba de campo de oro, dos lobos de sable pasantes y cebados de plata.

El retablo mayor

Este retablo es relativamente moderno, del siglo XVIII, pues sabemos que costó 8.051 reales por la carta cuenta del 22 de mayo de 1781, que se presentó en el Capítulo provincial en el convento de Valdemoro. Su estilo es neoclásico y muy bello. Consta de dos cuerpos, coronado el conjunto con un guarda polvos abocinado y la paloma del Espíritu Santo clavada en el mismo. Por encimad e todo el retablo, fijo en el muro del ábside, hay un Cristo crucificado de tosca factura. Tiene dos cuerpos: en el superior hay cuatro santos de talla, son San Miguel y Lucifer a sus pies, en el centro, un Obispo a cada lado del Arcángel y un santo a cada extremo de la orden Carmelita. Debajo de San Miguel y partiendo el tímpano del segundo cuerpo una gran tabla en relieve, representando la entrega del escapulario por la Virgen del Carmen a San Simón Stock. Es la parte central y más vistosa del altar. Más abajo de este cuadro, aparece una buena talla de la patrona Nuestra Señora de la Asunción de Roa, acompañada de tres ángeles a cada lado de la misma, y en otras hornacinas, al mismo plano, las imágenes de San Agustín y santo Domingo de Guzmán, lado del Evangelio, y San Isidro y Santa Lucía, lado de la Epístola, pero no deben pertenecer al retablo traído del convento de los Valles, pues la de Santa Lucía y Santo Domingo pudieron haber sido las desaparecidas ermitas de Roa y la de San Isidro. La virgen del Carmen tenía el vestido y el escapulario pardo y el manto blanco hermoso, todo sembrado de rosas, tan lúcidas que no se podían mirar y cuando se hacía era consuelo de las almas. Es la madre y hermosura del Monte Carmelo. Tiene su trono encima del Carmelo y la media luna a sus pies.

El letargo del convento

En el año 1810 los monjes sufrieron la expulsión por parte del gobierno intruso (el convento fue un certero botín para las tropas francesas, pues tenía importantes ingresos de valiosas posesiones en diversas localidades de la comarca), volviendo al mismo el año 1815 donde permanecieron hasta el año 1835, en el cual fueron exclaustrados los monjes definitivamente con la desamortización de Mendizábal. A partir de entonces pierde su fuerza económica y la Comunidad llegó a sostenerse con dificultades. Este convento languideció, sosteniéndose a base de préstamos y empeñando su hacienda. El 16 de abril de 1835 nos dan a conocer la última carta cuenta de las posesiones del convento, algunas de ellas eran cantaras de vino, un par de bueyes de labranza, un carro, 261 ovejas y 102 corderos. A pesar de la grandiosidad y prosperidad, que siempre gozó este monasterio, hoy éste presenta unas melancólicas ruinas en su más desnudo desamparo, aún cuando las gentes dicen “el convento” y la cueva donde se apareció Santa María de los Valles, está convertida en el verano en un descanso de rebaños de ovejas.

Localización geográfica

El Convento de Carmelitas Calzadas denominado Nuestra Señora de los Valles, que estaba situado a media legua de distancia de la villa de Torresandino y que, por entonces, albergaba a diecinueve religiosos. En los documentos oficiales del citado siglo XVIII, figuraba esta villa, indistintamente, con los nombres de Torresandino o Torresendino. En 1875, Torresandino seguía siendo villa abadenga del Partido de Aranda en la Provincia de Burgos, con Alcalde Ordinario nombrado por el Monasterio de las Huelgas. Edad Contemporánea. En 1828, Torre Sandino, continuaba siendo villa abadenga del Partido de Aranda de Duero en la Provincia de Burgos con Alcalde ordinario. En lo eclesiástico, pertenecía al Arzobispado de Burgos. Por entonces, poseía una Parroquia y un Convento de Carmelitas en extramuros. Su población era de 142 vecinos (562 habitantes). Producía cereales, vino y buen queso. Había dos molinos harineros y un telar de lienzo. En 1849 Torresandino era villa con Ayuntamiento del Partido Judicial de Lerma, en la Provincia y Archidiócesis de Burgos. Esta villa contaba 75 vecinos (301 habitantes) y había 130 casas y una Escuela de instrucción primaria. Por entonces, la villa poseía tres templos: la Iglesia de san Martín y las Ermitas de San Bartolomé y Nuestra Señora de Báscones. Dentro del término se hallaba el despoblado de Pozarrón (o Posaron) y el Convento de Nuestra Señora de los Valles, que perteneció a la Orden de Carmelitas Calzados, el cual, en dicha época estaba casi todo destruido.

¿Crees qué el Monasterio de Nuestra Señora de los Valles no debería haber desaparecido?